La política educativa latinoamericana de los últimos treinta años ha configurado un nuevo tipo de ciudadano. Para la educación tradicional, el protagonista del proceso educativo era el profesor, para la escuela nueva lo era el alumno y para la educación neoliberal contemporánea lo es el mercado. El binomio mercado-consumo ha tecnificado al hombre, quien, impulsado por el miedo a la marginación social, ha decidido emprender el camino de la especialización para encontrar mejores oportunidades laborales. La escuela es un instrumento político, ideo lógico y económico que coadyuva a la reproducción de las condiciones sociales y que se ha constituido como la fábrica de mano de obra competente, calificada, pero desconectada de su realidad social.